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La Motivación

EL PLACER DEL MOVIMIENTO


“La buena condición física es el primer requisito para la felicidad”

J.H. Pilates


Desde pequeña adoraba moverme, siempre ha sido la expresión misma de lo que me pasaba por dentro, si estaba feliz disfrutaba dejando que la alegría se expandiera por el cuerpo a través del movimiento, si estaba triste o enfadada necesitaba moverme para procesar esas emociones dolorosas, sólo dejaba de moverme cuando estaba enferma, después entendí que también enfermaba cuando por cualquier otra cosa no podía moverme.

Siendo adolescente conocí la escalada y me enamoré al instante. Escalar aunaba todo lo que amaba, movimiento y naturaleza, pero también me colocaba en un estado mágico en el que la respiración se entretejía con la fluidez, la precisión y el control, un rotundo aquí y ahora.

En invierno, cuando el tiempo no me permitía estar al aire libre, pasaba horas en el gimnasio por el placer de moverme y por pura curiosidad probaba todo, pesas, aeróbic, kárate, yoga, tai-chi, danza, natación… hasta que cayó un libro de Pilates en mis manos, practiqué los ejercicios en casa y, aunque no alcancé la esencia del método, me sirvió como toma de contacto y para entrenar fácilmente con mi hija, aún bebé, a mi lado.

Unos años después, en 2006, abrieron un estudio de Pilates en mi ciudad, comencé a tomar clase y reconocí al instante lo que me había enganchado a este método, hacer Pilates era como escalar ¡y lo podía practicar cuando no podía salir al monte por cuestiones de tiempo o meteorología! A través del movimiento y la respiración entraba en ese estado de concentración que tan bien me hacía sentir. Pasados unos meses con el apoyo de mi profesora completé mi primera formación y se convirtió en mi forma de entrenamiento físico y psicológico para la escalada y por puro placer.

En 2012 me metí en mi segunda formación, allí mismo empecé a trabajar y se convirtió en mi forma de vida. Un año después me certifiqué con Polestar®, con ellos aprendí a analizar y comprender el movimiento, las carencias y las necesidades del alumno. Desde entonces no he dejado de formarme, de profundizar y de aprender.

Dando clase aprendo tanto como mis alumnos, no sólo a nivel técnico con la práctica del método, sino también acerca de sus inquietudes, sus motivaciones y sus expectativas. Me siento orgullosa de formar parte de esos procesos personales y he podido comprobar con ellos algo que ya sabía a nivel personal, que una buena relación con tu propio cuerpo, “sentirte bien en tu piel”, facilita mucho la felicidad y mejora la calidad de vida.

Pilates es una herramienta excelente en este sentido porque aúna los beneficios físicos con los psicológicos al mejorar la atención, la concentración y la conexión cuerpo-mente, las clases no son sólo entrenamiento, son un espacio personal.

Hoy por hoy, creo que lo primero es que la persona recupere el placer del movimiento, a partir de ahí el motor es la motivación y no la fuerza de voluntad, es como necesitar fuerza de voluntad para comer, para beber o para relacionarnos sin estar enfermos…

qué locura ¿no?

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